Un verdadero postureo debe estar cimentado en haber hecho cambios verdaderos, reformas trascendentes y antes de ello, como ya mencionamos, mucha introspección. Por eso era necesario un año conjurado para poder reconocerme, encaminar objetivos, establecer prioridades, reafirmar sueños, descubrir nuevas formas de hacer las cosas, perdonar lo que no es posible cambiar y en conclusión convertir en aliado al adversario.
No tengo aún todas las respuestas, porque he decidido no coleccionar certezas y al final es inevitable que siempre surjan nuevas preguntas, pero estoy esperanzado, confiado y agradecido, porque ahora entiendo que es en estas dudas donde realmente logramos crecer.
He topado con esta frase en las redes sociales de Alejandro Jodorowsky: “Llega al fondo de tu crisis y hazle frente: quien cae al agua deja de temer a la lluvia.” Aprovecho el Fin del Mundo para aventurarme y caer en el agua, al salir puedo traerme desgracias, pero también reconocer el amor incondicional y verdadero, algo que en 32 años siempre me ha costado saberme digno de merecer y recibir, pero ahí está, limpio y puro, manifestado en actos y palabras que me permiten mostrarme tal cual soy, perdonarme, agradecerme, amarme de nuevo y avanzar.
IMAGEN: N.P.I.
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